La inquietante belleza de la decadencia
En muros queda el eco de la decadencia,
cada fisura respira vieja esencia,
la pintura se torna en tenue conciencia,
y la sombra custodia su lenta paciencia.
Las enredaderas escriben la corrosión,
bordando en el hierro lenta descomposición,
los retratos se vuelven polvo y canción,
y el tiempo celebra su oscura transmutación.
Bajo la luna la ruina tiene su ritual,
las hojas aplauden el gesto final,
en el frío se reconoce el signo inmortal,
y amar lo que se quiebra es arte ancestral.